Animarse

No es el nombre del blog que quise darle.
No son las cosas que quría escribir.

Pero soy vulnerable a las palabras de otros, por eso, por miedo, a veces no hago nada.
Pero bueno, acá está. Es lo que hay.
Se puede mejorar.
Pero como siempre encuentro algo en que escudarme, valga esta frase:
“No es valiente quién no tiene miedo”
Empezamos con esto, pero que quede claro que es un pedacito de un todo sin fin.
Tantas cosas racionales e irracionales para hablar!
La política mirada desde el corazón, la música escuchada sin saber de música; la sociología sin ser más sociólogo que el que sabe escuchar al vecino o al compañero de trabajo. El heroísmo sin ser héroe. Un grito de gol en la cancha. La amargura de irse perdiendo. Lo agridulce de seguir causas perdidas. Reirse. Y decenas de pequeñas frases que intentan ser ingeniosas.

Querer conocer el amor.
Veremos.

domingo, 7 de junio de 2009

NO PUEDO ENTENDER QUE SE PASE DEL ALBOROTO AL ALBOROZO

Mezclando en el blog, seriedad, trivialidad y locura… sigo con esto.


Para escribir, siempre necesito partir de algo, atento mi limitada creatividad. Así que acá van unos fragmentos editados de “La Borra del Café”, de Benedetti, y después, lo mío.

“El 9 de agosto de 1945 los norteamericanos lanzaron sobre Nagasaki su segunda y descomunal bomba, que despojó de sus vidas y de sus techos a decenas o acaso cientos de miles de seres humanos. No sé por qué la bomba de Nagasaki me afectó más que la de Hiroshima. Tal vez porque no sólo representó el horror sino su continuidad. Como los que arrojaron la bomba eran norteamericanos los locutores se pasaron el día celebrando el acontecimiento y alabando los formidables adelantos de las técnicas bélicas de las fuerzas democráticas. Por otra parte, los cientos de miles de víctimas no eran blancuzcos sino amarillentos, así que tampoco había que preocuparse demasiado. A mí aquello me parecía un horror. No podía entender que la gente oscilara tan irresponsablemente entre el alboroto y el alborozo. Con qué rapidez los norteamericanos habían aprendido de los nazis el sistema de los hornos crematorios. De Auschwitz a Hiroshima, sin escalas. Me había propuesto pintar mi Nagasaki. La noticia me había conmovido demasiado como para dejar que la desmemoria la volatilizara. Por otra parte, a medida que pasaban los días, los pormenores del horror nos invadían, nos cercaban. Era como si Alguien nos dijera, también ustedes pueden sucumbir, en rigor ya están sucumbiendo, sólo que son otras bombas las que los calcinan. Cuando escuchaba a los comentaristas de radio, o leía a los periodistas, que exaltaban aquellas masacres porque habían evitado millones de otras muertes, me parecía que una nueva doctrina, la hipocresía científico-técnica, acababa de nacer. Estuve días y días haciendo bosquejos, pero no daba con las imágenes adecuadas. El pincel y la espátula se me caían de impotencia y todos y cada uno de los colores me parecían inocentes, inexpresivos, pusilánimes. Una tarde vino Norberto a buscarme con su flamante camioneta. Estaba tan orgulloso de su adquisición que se ofreció a llevarme a donde yo quisiera. No estaba yo para paseos. Le hablé de mi tema obsesivo: Nagasaki. Ah, la otra bomba, comentó Norberto, ya que para él, como para todo el mundo, había una bomba titular, la de Hiroshima. La de Nagasaki era simplemente la otra bomba, la suplente. Le hablé de mis problemas para encontrar una expresión artística, adecuada a esa miseria. ¿Miseria dijiste? Tengo la solución a tu problema. Y arrancamos. Prácticamente atravesamos la ciudad. De pronto Norberto frenó. Estábamos frente a un enorme, monstruoso basural. El hedor era insoportable. Tipos andrajosos, mugrientos, mujeres desgreñadas, niños y adolescentes hurgaban entre inmundicias, entre escoria y cenizas, buscando algo, no se sabía qué. Cuando advirtieron nuestra presencia, levantaron por un instante sus cabezas y nos miraron sin prevención, sin odio. Nos miraron sin nada. Enseguida volvieron a su hedor, a su roña, a su trabajo. Aquí tenés tu Nagasaki, dijo Norberto."

Valga de loco disparador estos pensamientos de Benedetti para hacer futurismo y realismo (lamentablemente no fantástico)

Los que admiran a Obama me tienen harto.
No puedo creer que se pase del ALBOROTO de Bush, al ALBOROZO de Obama

Entonces, me pregunto, no será Obama el Nagasaki de estas épocas?
¿Alguien puede llegar a pensar que este tipo no va a responder a los intereses norteamericanos y que va a torcer el rumbo de la historia de violencia de ese país?
¿Con qué va a alimentar el consumo, el miedo y le prepotencia de la sociedad norteamericana? ¿Cómo va a satisfacer la voracidad de los poderosos de su país y a sus aliados?

Como habla con palabras moderadas, es “demócrata” (y negro), nos dicen que tenemos que pensar que algo cambió. ¡No cambió nada! Es todo pendular. Van a hacer lo mismo, pero con algo de sutileza, por un tiempo.

Habrá miles de pequeños Nagasaki, desde Afganistán, hasta un basural en cada rincón del mundo.
Así que para que no nos pase lo que a Benedetti, estemos preparados, como le dijo a Don Mario su tío Edmundo, estemos preparados “conservando la cordura”.

¿En dónde les parece que, en mediano tiempo, caerá la segunda bomba(la suplente) después de la que tiró Bush al mundo?










2 comentarios:

  1. Me parece que ya perdiste todo,hasta la esperanza...

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  2. Yo no lo veo así Ari. Si así fuera ni me molestaría en escribir. Lo expuesto tiende más al dicho popular "mejor prevenir que curar".

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